Crónica de la Jornada del 6 de noviembre de 2014. Los hidrocarburos no convencionales.
El gas no convencional, una oportunidad si se explota bien.
La creciente producción de hidrocarburos no convencionales (HNC) es el hecho más relevante ocurrido en el panorama energético mundial durante el último decenio. De su impacto económico, político y ambiental habló el jueves 6 de noviembre, en el Instituto de la Ingeniería de España, Ángel Cámara Rascón, presidente del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Centro de España.
Presentó la charla David Alameda, director general de Shale Gas España, asociación que agrupa a varias empresas con interés en el desarrollo del shale gas, o gas natural no convencional: BNK Petroleum (EE.UU.), San Leon Energy (sede en Dublín), Montero Energy (canadiense-española) y Heyco (EE.UU.).
Alameda explicó que la tecnología para extraer HNC “está muy desarrollada en Estados Unidos, pero en España está teniendo gran controversia”. Suponen además un gran cambio para “países que no podían llegar a pensar que podían producir HNC, que estaban abocados a dependencia de terceros”. Ahora podrán “mejorar su creación de empleo y su actividad económica”. Se trata de una “revolución energética” que “ya” se está produciendo: Estados Unidos se está conviertiendo en un país exportador.
Para España, un país de gas no convencional (GNC), “no debe ser un problema, sino al contrario, en una situación de paro y deslocalización empresas”.
Ángel Cámara comenzó explicando cómo se forman los depósitos de hidrocarburos: La materia orgánica se va depositando en el fondo de los océanos, los sedimentos la cubren, y se elimina el oxígeno. “El material queda en forma de hidrocarburo por la atmósfera reductora”.
Al ser muy altas la presión y la temperatura, el hidrocarburo busca un sitio donde su estabilidad sea mejor. “El hidrocarburo puede emigrar hasta formaciones suficientemente porosas, que cuenten con una capa que las selle y que impida que sigan subiendo”. En ese caso, explicó, se trata de hidrocarburos convencionales. En el caso de los no convencionales, se quedan en la roca madre, o en areniscas con muy poca porosidad.
Los yacimientos de HNC son capas que se extienden en superficie. “Es imposible que el hidrocarburo migre, por lo que se necesita una tecnología especial para poder obtenerlo. El convencional, una vez que se perfora, sale de forma espontánea, como el petróleo que se ve salir en forma de chorro en las películas.”
El GNC tiene la misma composición que el convencional, añadió: la única diferencia es la dificultad para extraerlo, porque necesita tecnología nueva y el coste de producción es mayor. A cambio, hay cantidades bastante mayores de GNC que del convencional, y es más fácil encontrar un yacimiento, puesto que son más alargados en superficie.
Cámara descartó, sin embargo, la extracción de hidratos de gas, otro tipo de combustible no convencional, “pues es tan inestable que sería suicidia explotarlos con la tecnología existente”.
Historia
El primer pozo de gas conocido data del siglo XIX, pero hasta después de la Segunda Guerra Mundial, en un mundo basado en el petróleo, no ganó importancia el gas natural. Y es a finales del siglo XX que se empieza a hablar del GNC, que en ocasiones, en forma de grisú -gas metano, principalmente-, provocaba accidentes mortales en los yacimientos de carbón.
En 2005-08 se empieza a hablar comercialmente del GNC, y surge la polémica por su método de extracción. “Se hace un sondeo vertical; cuando se trata de hidrocarburos convencionales, se perfora y sale. Cuando es GNC, se realizan también perforaciones en horizontal, de modo que se fractura un círculo de 2 kilómetros de radio en torno al pozo. Luego hay que desplazarse cinco kilómetros, y así sucesivamente, hasta cubrir el yacimiento entero”.
El peligro ambiental puede venir de que se contaminen acuíferos, puesto que para fracturar la roca se utiliza agua a presión con aditivos, que se hace pasar “a través de una tubería de acero especial, que consta de varios tramos de distinto grosor -entre 1 metro y 10 centímetros- que se conectan con un anular”. El riesgo de que se filtre agua -o gas- por esos anulares, a juicio de Cámara, “no es nulo, pero en principio es muy bajo, porque el gas va a intentar salir por la zona más fácil, es decir, por el tubo”.
Una vez se ha hecho el pozo vertical, se realiza la perforación en horizontal y la fracturación propiamente dicha, que se realiza “en retirada”. Las perforaciones en horizontal -con pequeñas cantidades de explosivo, 2 kilos en total- agrietan la roca, y el agua a presión la fractura del todo. Posteriormente se tapona el agujero.
¿Por qué se apuesta ahora por el GNC? Entre otras razones, según cámara, porque se ha mejorado la tecnología de sondeo horizontal, porque dentro del sistema de perforación se incluyen todos los instrumentos de medida que permiten determinar si la roca madre tiene capacidad de producción”, sin necesidad de sacar una muestra.
Controversia ambiental
La controversia en torno a los riesgos ambientales, según Cámara, no está justificada, aunque entiende que haya gente que piense de esa manera. “Desde Estados Unidos nos dicen que es bueno, el Gobierno central está a favor, algunas comunidades autónomas en contra… cualquiera puede tener razones”, reconoció, pero en su opinión los datos dicen que el riesgo es pequeño.
Un estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT, Boston, EE.UU.), sobre 20.000 pozos perforados, encontró 40 incidencias de contaminación subterránea por el fluido de perforación, o por el gas. “Un riesgo del orden del 1 por 1.000 no parece excesivo, porque ninguna actividad humana tiene riesgo cero”.
En los campos petrolíferos, los golpes de presión, que producen accidentes graves, tienen una incidencia del 0,1 por 1.000. En los pozos de GNC es “mucha más difícil que se produzca un golpe de presión”.
En cuanto a la composición del fluido inyectado, explicó que en un 99,5% es agua y arena, que actúa como sostenedor de la fractura, para ayudar al cierre natural del terreno tras la perforación. “Es un inerte que no influye para nada”. El resto son una decena de sustancias químicas que se usan como aditivos, “y que se está trabajando en eliminar”.
Se trata, por ejemplo, del ácido clorhídrico -el cloro de las piscinas-, que tiene una función bactericida, para evitar que las bacterias produzcan ácido sulfhídrico a partir del azufre en el proceso de la perforación. El resto de aditivos son también sustancias químicas de uso común, como inhibidores de corrosión, que se usan en el radiador del coche.
También se critica el perjuicio ambiental del consumo de agua. “Se usan 1.000 metros cúbicos por cada perforación, por lo que cada yacimiento requeriría unos 10.000 -equivalente al que se consume en 9 minutos en Madrid. Eso puede ser mucho o poco dependiendo de si la zona es árida o no.” En todo caso, añadió, se está empezando a utilizar agua salada, así como a reutilizar agua de las propias perforaciones (el 80% es reutilizable).
Otra posible forma de contaminación de los acúiferos son las fugas radiales, en horizontal. “Es bastante difícil que, desde 2.000 o 3.000 metros de profundidad perforen un macizo rocoso para subir 1.500 metros hasta el nivel de los acuíferos”, explicó.
Para mejorar la sostenibilidad ambiental de la explotación de GNC, añadió Cámara, hay que reducri el agua que se utiliza, o aumentar su reutilización. “Quizás inyectando el lodo que acompaña al agua que vuelve a la superficie en un acuífero salino profundo, como las salmueras de desalación”.
¿Pueden traer algo de radiactividad las aguas de retorno? “Sí, como cualquier roca de pizarra o granito. Pero en cientos de miles de pozos de Estados Unidos jamás se ha dado el caso de que se superara el nivel permitido”. Y, en todo caso, esa radiación no se produce por el proceso en sí, sino por los trozos de roca madre arrastrados por el agua. “Hay que tener la precaucion de que la parte sólida se descontamine”, matizó.
Las perforaciones pueden provocar sismicidad inducida, pero “salvo circunstancias especiales, como fallas activas, el nivel es casi inapreciable”. Para evitar esas “circunstancias”, hay que realizar previamente una evaluación sismológica. A cambio, si la sismicidad es moderada, puede ayudar a seguir el proceso, haciendo un seguimiento de la propagación de las ondas.
Al año y algo más de la explotación del pozo, éste empieza a producir el 20-30% de lo producido inicialmente, pero ya no hay que hacer más. “La producción es continua”. El impacto visual es, por tanto, temporal, “aunque puede ser preocupante” para quien vive allí, reconoció Cámara.
Aspectos económicos
Los datos indican que quedan 56-57 años de reservas de gas natural, de las cuales el 50% están en Qatar -“país teóricamente estable”-, Irán -”no tanto”-, y Rusia, que recientemente amenazó a Europa con cortar el suministro.
En Estados Unidos, el GNC ha “disparado hacia abajo” el precio de la energía. “Previsiblemente, en 2020 será autosuficiente en hidrocarburos, y pasará de importador a exportador”. En Europa, la dependencia del gas foráneo es “para preocuparnos a no ser que se consiga GNC”.
Aparentemente, Europa tiene poco, reconoció Cámara. “Los más beneficiados serían Polonia y Francia, en principio”. Francia es uno de los países europeos que han rechazado explotar el GNC, igual que Bulgaria.
A falta de hacer más prospecciones, España prácticamente no tiene yacimientos. “La exploración en españa ha sido muy pequeña, solo en la parte del norte, que es donde había indicios de HNC. Burgos, el norte de Castilla y León, País Vasco”. Pero Cámara considera que podría haber también en Levante, los Pirineos, la Cordillera Bética…
Sendos estudios del Colegio de Minas, de Aciep (Asociación española de Compañías de Investigación Exploración y Producción de hidrocarburos y almacenamiento subterráneo), y de la Agencia Internacional de la Energía han evaluado las reservas de GNC que podría haber en España, con resultados dispares: 39, 58, y 6,7 años, respectivamente.
Los estudios de Aciep y el Colegio, explicó Cámara, siguen metodologías similares con pequeñas diferencias -Aciep incluye el gas convencional, por ejemplo-, por lo que el resultado es similar. El de la AIE sólo tiene en cuenta la zona del Cantábrico, por lo que su resultado es mucho menor.
La factura del gas bajaría notablemente de encontrarse y explotarse GNC, señaló Cámara. “Entonces, ¿por qué la contestación social?” La razón, además de la preocupación medioambiental, es que no hay incentivos para la extracción de hidrocarburos, “como tampoco para la minería. El subsuelo pertenece al Estado, por ley. El dueño solo tiene la superficie”.
Por tanto, el ciudadano no obtiene ningún beneficio directo de una explotación de gas. “Ve que le plantan una torre a 3 kilómetros de su casa, un trasiego de camiones… en lo que antes era un paisaje bucólico.” No ha ocurrido así con los aerogeneradores, “puesto que las compañías han tenido buen cuidado de darle a los ayuntamientos una participación”.
Por eso Cámara entiende que el ciudadano proteste. “En Estados Unidos tienen que negociar con el propietario del terreno, que lo es también del subsuelo. El beneficio es claro”. Además, pueden recuperarse pueblos en riesgo de desaparición. Según Alameda, la intención de las empresas a las que representa es incluir al propietario del terreno y a la población en los beneficios.
Estrategia energética
La exposición de Cámara concluyó resumiendo la que para él es la estrategia adecuada en materia energética: aumentar la eficiencia, impulsar las fuentes autóctonas, “también las renovables, por supuesto, solo que no son suficientes ahora mismo. Si lo fueran, firmaría en dejar de explotar los hidrocarburos, nadie está en contra de eso”. Pero las renovables, entre otras cosas, “no pueden cubrir el transporte. Los motores eléctricos están lejos del ciudadano”.
Cámara recordó la chapa de un amigo, que en los 70, en tiempos de protestas anti-nucleares, rezaba: “Nuclear hoy, solar mañana”. “Entonces me parecía lógico, aún me lo sigue pareciendo”.
Ir hacia una economía con menos carbono es lo deseable, y a eso puede contribuir el gas no convencional, “como está haciendo Estados Unidos”. “La gente dice “petróleo no, gasolina sí”, pero tenemos que cambiar esa mentalidad si queremos una economía baja en carbono”.
En el turno de preguntas, Cámara comentó que el sector de la energía solar, en los tiempos de crecimiento económico, habían gastado el dinero en importar paneles solares de China “en lugar de invertirlo en tecnología. El problema se lo han creado ellos”. En cambio, la eólica “sí que es competitiva, su curva de aprendizaje es asintótica”. En cualquier caso, “tarde o temprano las renovables se van a implantar por necesidad de la sociedad”, afirmó.
Alameda, que procede del sector de las renovables, considera que si se abarata el precio del gas con el GNC, “una energía baja en emisiones de CO2”, el Gobierno puede destinar parte del ahorro a desarrollar las renovables. “Al final son las voluntades de los gobiernos, el GNC se comerá a las renovables si los gobiernos lo permiten, no por voluntad de las empresas”.
A modo de conclusión Cámara afirmó que ahora existe una tecnología, la de los HNC, “sostenible y madura”, y que puede ser muy beneficiosa económicamente.
Alameda, por su parte, insistió en que “las empresas están muy preocupadas” por el coste de la energía en España. “Por eso optan por reducir puestos de trabajo, o por irse al extranjero”.
Previsiones
Preguntado por los plazos de tiempo, Cámara explicó que “desde que se solicita una explotación hasta que se empieza a producir pasan 15 años. El Gobierno decía que la media podían ser sí”. Obviando la parte administrativa, añadió, “la tecnología en sí se podría aplicar, en el País Vasco -donde ya hay pozos localizados-, en un año.
Otro problema es que España y el resto de Europa carecen de la tecnología que usa Estados Unidos, por lo que el coste se doblaría. “Y cuanto más tiempo pase va a ser peor, porque compañías con experiencia que están en España se van a marchar por aburrimiento.
“La tecnología de análisis de datos tampoco la tenemos”, añadió Alameda, que apuntó que el negocio para las empresas españolas serán los servicios que provean a las extranjeras que apliquen la tecnología. “El interés de las empresas es empezar en 2016 con los primeros pozos exploratorios. Para pasar a la fase de producción estamos hablando de cinco años.”