Cuerpo, mente…¡Y EMOCIONES!
El ser humano es un sistema dinámico y complejo, sin embargo su raciocinio suele ser simplificador, para hacer más manejable la realidad: categoriza, clasifica, tiende a ordenar todo en compartimentos estancos y cuantificarlo en unidades discretas.
Esa es nuestra tendencia racional primaria y mayoritaria, por más que ya hace mucho tiempo grandes pensadores y científicos (¡Algunos ambas cosas!, prueba de la continuidad entre ciertas categorías) percibieron y construyeron disciplinas científicas sobre lo difuso y lo complejo, lo aleatorio, la incertidumbre y lo relativo, la estadística, etc., para entender, entre otras, la continuidad en la Naturaleza.
Con los pies sobre esta concepción moderna y amplificada de las cosas, me llama la atención que, en el ámbito de la salud humana, aún sigamos tan anclados en la dualidad aristotélica y ultra simplificadora de CUERPO y MENTE: salud física y salud mental; como si fueran dos dimensiones independientes, dos conjuntos disjuntos o dos materias inmiscibles. Leo estadísticas y pronósticos demográficos que apuntan, p. ej., que uno de cada cuatro personas padecerá una enfermedad mental a lo largo de su vida; que los trastornos mentales son uno de los problemas más graves de nuestra sociedad; y me rebelo ante esos titulares por tres motivos:
1.- Por un lado por la desigual consideración entre la enfermedad física y la mental, como si ésta fuera de alguna manera irreversible, incurable y –me temo que también estigmatizadora.
(Pero no va a ser éste el tema de mi post.)
2.- Por otro lado por la simplificación dualista citada, que parece no admitir que mente y cuerpo tienen mutua influencia y no hay una frontera infranqueable entre ellas.
3.- Pero es que además la simplificación se olvidó –y mantenemos el olvido- de una parte insoslayable del ser humano y su bienestar: LAS EMOCIONES. Muchas de las enfermedades, patologías y desórdenes considerados “mentales”, no son sino desarreglos emocionales por ataques externos, déficits nutricionales o emocionales, y malos hábitos, justo igual que los causantes de nuestras dolencias y enfermedades físicas.
Dejo a un lado la faceta humana denominada como espíritu, alma o similar, más propia de ámbitos creyentes en un “más allá”, aunque no haría sino ampliar la complejidad y enriquecer este conjunto de tres componentes de lo humano, a cuatro componentes interconectados.
Yo hablaría de enfermedades mentales y emocionales, para aquellas que sin tener una etiología fisiológica o anatómica claramente correlacionada, tuvieran manifestaciones clínicas en el comportamiento.
Y yo diría que si acaso hubiera que ordenar la prioridad de los tres componentes humanos, el primero fuera el emocional, el segundo el mental y el último el físico; pues así estamos constatando ya que, p. ej.:
Nuestro físico es reparable -incluso superable- con medicina, prótesis y biotecnología;
Nuestra mente apunta a ser batida por la IA y otras tecnologías informáticas,
Y tan sólo lo emocional está fuera –¡Aún!- de que lo alcance el prometeico tecnológico.
Podremos tener muy pronto un robot que nos gane al ajedrez y también corriendo, podremos tener un Gov-ordenador que diseñe y optimice el mercado laboral para conseguir distribución de la riqueza y justicia social, podremos dejar de conducir porque será mucho más seguro para nosotros –y sobre todo para los otros- que el coche inteligente tome las decisiones y dejemos de pisar el acelerador y agarrar el volante, tan vulnerables como somos al “secuestro amigdalar”; podrá incluso haber amantes Cyborg, de sublime erotismo físico y casi infinitos recursos sensoriales para el placer, en todos nuestros sentidos, pero… ¿Superarán estos o aquellos el test de Turing, y sobre todo nuestro propio test de validación para otorgarles emociones?; yo creo que sí, que la soledad creciente en nuestra sociedad sin duda les adjudicará emociones: que igual que p. ej. Decimos tiernos y agradecidos “A mi perro sólo le falta hablar”, diremos, quizá sin reconocerlo públicamente, cosas como “Mi Robie es un cielo, es tan bueno…, es tan justo…, es tan sacrificado…”.
Alex Carazo
Ing. de Montes. Comité de Ingeniería y Sociedad Digital IIE. 26-11-2018